Quién me diría a mí hace un mes ( Gema y Jon) quien mediría a mi hace una semana ( Sergio) que me encontraría en este lugar tan maravilloso en la Alpujarra Almeriense, y disfrutaría de un encuentro incomparable con un grupo increíble. Que seria testigo de unas vivencias inolvidables. El primer día era un día muy especial, un tanto chocante la situación "rústica" en la que se encontraba la casa. Una típica casa de estos lares muy acogedora como el camarote de los hermanos Marx en "Una noche en la opera" :P
La llegada...las miradas lo decían todo, esas ganas de pasarlo bien, de disfrutar una experiencia nueva, de conocer gente...y todo ello una semana después se ve realizado en cada uno de nosotros.
Un sin fin de anécdotas "divertidas", día y noche: Risas, bromas, ocurrencias, atrevimientos, verdades, abrazos y besos ( colchones, cojines, almohadas, cuarto social, desorden y camareros).
No solo la situación de amistad en la que nos encontramos era especial, también la experiencia que hemos obtenido mediante el acto de la meditación, el masaje y las formas mas espirituales que uno puede llegar a imaginar.
Cerremos los ojos por un momento y dejémonos llevar por la brisa, la oscuridad y la energía que volaba ese día en la sala de actividades. Cuando la soledad individual se veía corrompida mediante el abrazo del compañero.
Con respecto al sendero, el primer día llegamos muy alto en el sendero para hacer una valoración total del trabajo. Desde arriba, el pueblo se veía muy pequeño.
El primer día de trabajo real en el sendero consistía en acondicionar un tramo húmedo para facilitar el paso a píe. Colocamos piedras a lo largo de este tramo, y allí queda para recuerdo de todos los que trabajaron ese día, la roca bautizada "el pony acostao".
El segundo día en el sendero se hizo una escalera en un tramo de difícil acceso, entre 2 kilos de chistes, cuarto y mitad de risas, un chorreon generoso de fotos, una pizca de bromas y sin faltar el ingrediente más importante: mucho compañerismo.
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